sábado, 9 de abril de 2011

Otro comentario

Por cierto, por si a alguien se le ocurre pasar por aquí, he abierto este blog a todo el mundo, ya no hay restricciones para leer las entradas o comentarlas.

Sí he mantenido la restricción respecto a publicar entradas: los mismos miembros de GEON originales que podían publicar aquí (y que fueron invitados en su momento) siguen manteniendo ese derecho.

Reflexiones

Pues no tengo tan superada como yo creía mi marcha de Puerto Real.

El otro día me enteré que por allí hay alguno que comenta que me fui por despecho y que había tomado una decisión equivocada... La verdad, no he querido saber quién decía tal cosa. Pero ha removido algo de fango. Despecho... pues no. ¿Contra quién iba a ser?

La gerenta... no es que sea santo de mi devoción, pero tampoco es que sea alguien como para salir huyendo de ella. Total, con no ir a verla...

Los compañeros del servicio... hay que reconocer que no hicieron absolutamente nada ni a favor ni en contra mía. Ni ayudarme, ni intentar convencerme de que me quedara. Se limitaron a quitarse de en medio, dejando que fuera yo el que cargara con mi cruz sin ninguna ayuda.

Precisamente la primera entrevista que hice con el Dr. Urquiza fue el Martes Santo de 2010. No recuerdo la fecha exacta. Pero fue más o menos por esta época. Desde entonces empecé a decir que estaba considerando irme. Luego, me incorporé al Costa del Sol un 23 de agosto. O sea, que estuve algo más de 4 meses avisando de mi partida. Y nadie, absolutamente nadie, hizo nada por impedir mi marcha. Una de dos: o entendían claramente que yo ya no podía más, o es que no me estimaban tanto como se decía al principio.

Hay que reconocer que desde la dirección del hospital tardaron poco tiempo en encontrar alguien para dirigir el servicio. Si pensamos con un poco de malicia, cabe pensar que ya tenían pensada esa sustitución desde hace tiempo. Es más que plausible que la estrategia de la gerenta fuera quemar a los posibles candidatos procedentes del servicio. De esta forma no habría absolutamente ningua protesta al traer a alguien de fuera. Precisamente a la persona que a ella le interesaba más. Alguien que no le pusiera problemas a la hora de organizar el servicio como a ella le interesaba. No podía perder con esa estrategia: si yo sacaba el servicio adelante era únicamente porque lo hacía en la dirección que la gerenta quería. Si no lo hacía, como al fin y al cabo no había ningún otro candidato del servicio, lamentabalemente se vería obligada a traer a otra persona que sí siguiera las directrices del SAS.

Teniendo en cuenta la cara de sorpresa que me puso la gerenta cuando fui a despedirme de ella, creo que no había contado con que me fuera. Esperaría que acabara por hartarme, renunciar y listo.

Yo no podía renunciar. Desde el primer momento, sabía que, si yo fracasaba, tendría que irme del servicio. Y así lo comenté con alguien del hospital. Le prometí al Dr. Roquette que yo me haría cargo de la dirección del servicio mientras permaneciera enel hospital y que no lo dejaría tirado. Por tanto, en caso de fracaso, la única opción viable era irse.

De hecho, después de la conversación que mantuve con la gerenta y Mariola (prefiero recordarla como "Mariola" y no como directora médica) poco antes de Navidad, ya tuve meridianamente claro que mis días en el HUPR estaban contados.

Finalmente, me dicen que la nueva jefa está consiguiendo resultados de forma rápida y eficaz. El ambiente dentro del servicio ha cambiado. Pero hay resultados palpables y parece que el personal no está a disgustos. Si ella ha sido cpaz de conseguir los mismos objetivos que yo tenía previstos (no hay más que ver el documento que redacté poco antes de irme y que envié a todo el servicio) entonces el resultado lógico es que el problema era yo.

Por tanto, mi decisión de irme fue la más correcta. Sin lugar a dudas.